Este lunes, el presidente Javier Milei utilizará una cadena nacional para desglosar los lineamientos del Presupuesto 2026, un documento crucial que delineará las proyecciones económicas para el próximo año. Aunque los detalles específicos aún no se han hecho públicos, el reciente acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ofrece indicios claros sobre las metas previstas. Según el programa de Facilidades Extendidas, revisado en agosto, el Gobierno apunta a un superávit primario del 2,2% del PBI, un crecimiento económico del 4,5% y una inflación que podría situarse entre el 7% y el 12%.
El informe del FMI también revela ajustes en el gasto público, con una leve reducción en los subsidios, que pasarían del 1% al 0,8% del PBI. Sin embargo, los subsidios energéticos se mantendrán estables en un 0,6%, un dato relevante por su impacto directo en las tarifas que afectan a los hogares argentinos. En tanto, el gasto en pensiones experimentará un ligero aumento, pasando del 6,7% del PBI en 2025 al 6,8% en 2026, mientras que la asistencia social permanecerá sin cambios en el 3,2% del producto.
Otro aspecto clave es la obra pública, un tema sensible en el diálogo con los gobernadores tras los recortes aplicados en 2024. Según el acuerdo con el FMI, el gasto de capital se mantendrá en un 0,4% del PBI, sin incrementos respecto al nivel actual. Estas proyecciones, pactadas tras la primera revisión del programa económico con el Fondo, podrían ajustarse en el proyecto final del Presupuesto 2026, aunque el Gobierno ya decidió elevar la meta inicial de superávit primario del 1,3% al 1,6% como señal de compromiso fiscal.
En contexto electoral
Economistas consultados por le diario La Nación expresaron opiniones divergentes sobre la viabilidad de estas metas. Gabriel Caamaño, de Outlier, señaló que alcanzar un superávit del 2,2% del PBI será exigente si el crecimiento económico no acompaña: “Si no se logra esa tasa de crecimiento va a requerir bastante esfuerzo porque implica bajas adicionales del gasto”. Además, destacó que el contexto electoral podría condicionar las perspectivas económicas, especialmente si los resultados de octubre son menos favorables de lo esperado: “Parece optimista el crecimiento versus el desempeño que vimos este año. Habrá que ver cuál es el resultado en octubre. Con una victoria más ajustada de lo que se preveía hace unos meses, la percepción sigue siendo la misma”.
Por su parte, Ricardo Delgado, presidente de Analytica, calificó de “optimista” la proyección de crecimiento del 4,5% incluida en el informe del FMI. Su consultora ya revisó a la baja su estimación para 2025, ubicándola en un 4%, y aún no ha definido una proyección para 2026 debido a las incertidumbres generadas por el calendario electoral. Delgado advirtió que alcanzar el superávit proyectado será “desafiante” en una economía con un crecimiento más lento de lo anticipado.
Dudas por el nivel de precios
En un tono más crítico, Lorenzo Sigaut Gravina, de Equilibra, expresó dudas sobre el dinamismo económico: “Veo una economía más estancada en 2026”. Sus reparos reflejan las dificultades para sostener un crecimiento robusto en un contexto de ajustes fiscales y variables políticas impredecibles.
En cuanto a la inflación, la proyección del 7% al 12% para 2026 abre la puerta a un escenario de inflación de un solo dígito, consolidando la tendencia de desaceleración que el Gobierno considera uno de sus principales logros. El informe del FMI estima una inflación de entre 20% y 25% para 2025, mientras que el INDEC reporta un acumulado del 19,5% hasta agosto. Sigaut Gravina señaló que alcanzar un 12% anual, equivalente a un promedio mensual del 1%, es “plausible” para fines de 2026, siempre que se mantenga el rumbo actual.
Las proyecciones, aunque ambiciosas, enfrentan el desafío de equilibrar el ajuste fiscal con un crecimiento económico que permita sostener la recuperación sin comprometer los avances en la lucha contra la inflación.